Somos a cual más vanidoso, pero, casi siempre, esperamos nuestro
turno para actuar. Algunos parecemos puro grito y otros sosa expresión,
pero todos, si podemos, sabemos buscarnos buen compañero de parcela que
nos realce. Algunos somos tipos fríos, otros más cálidos, unos quieren
trato distante, a otros les encanta demostrar proximidad. En cualquier
caso, quien nos maneja sabe que trata con tipos de cuidado, que, a
veces, engañamos y, a veces, somos la generosidad que acaba siendo
cielo, mar o un cielo de mar. Somos gente de caer bien y de caer mal, en
eso está la gracia de ser gente como somos. Cuando caemos mal, nos
ponen en pie y nos retiran, o, en el mejor de los casos, nos tapan con
algún otro advenedizo que se cree la solución de todas las cosas. No nos
ofendemos, es nuestra existencia. Y nunca renegamos de la mano que nos
lleva, porque sabemos que nos estima en lo que somos.
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