transparente,
fiero, recortando formas, enredando pensamientos. Ni una palabra. Ni el
gesto amable que esperas. Se desliza por la mesa, rodea vasos y platos y
en las piernas ese frío tan antiguo. El mismo que veías en la cadencia
de aquellos copos, al otro lado del cristal de invierno. Lo ves partir.
Tus ojos abiertos, perplejo el gesto. Encenderé la luz, está
oscureciendo.
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