viernes, 27 de abril de 2012

A las tres,

 que es tiempo de atraco, inicio, de la aventura cautivado, el interior viaje. Que no por sabido el intrínseco placer que ello otorga, olvido el fin que en ello inquiero, pues no es otro que entender si en mí también asienta, reposado, lo intangible que, dicen, es promesa cumplida en el feroz y primer alumbramiento. Ordenada catástrofe la que me rodea, cuando desciendo por este agitado y visceral universo que da en llamarse vida, y en la que, atrapado porque quiero, presumo obtengo límites entre lo mío y lo del otro, entre lo que en mi sucede y lo que al otro lado acontece. Y ahora, con la vista que, desde dentro, tan asombrado contemplo, en esta ruidosa y grandiosa maravilla que, en incesante movimiento, elige inconsciente entre lo infinito y lo eterno, advertido de que sólo lo tangible contengo, no cesa el dolor que de la ausencia emana y porfío en acertada ilustración que ordene fin a esta jornada.

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