que es tiempo de atraco, inicio, de la aventura cautivado, el
interior viaje. Que no por sabido el intrínseco placer que ello otorga,
olvido el fin que en ello inquiero, pues no es otro que entender si en
mí también asienta, reposado, lo intangible que, dicen, es promesa
cumplida en el feroz y primer alumbramiento. Ordenada catástrofe la que
me rodea, cuando desciendo por este agitado y visceral universo que da
en llamarse vida, y en la que, atrapado porque quiero, presumo obtengo
límites entre lo mío y lo del otro, entre lo que en mi sucede y lo que
al otro lado acontece. Y ahora, con la vista que, desde dentro, tan
asombrado contemplo, en esta ruidosa y grandiosa maravilla que, en
incesante movimiento, elige inconsciente entre lo infinito y lo eterno,
advertido de que sólo lo tangible contengo, no cesa el dolor que de la
ausencia emana y porfío en acertada ilustración que ordene fin a esta
jornada.
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