viernes, 27 de abril de 2012

Convenido el son,

de fiesta engalanados, olvidando conveniencias, alborotados, entran en el lienzo. Por fin la hora de la danza, el tiempo de las formas. Lo amorfo reclama orden, y los cuerpos, entre vertiginosas miradas, ocupan el territorio del claroscuro y recorren la frontera de los trazos. Unos y otros, acordando equilibrios, completan norte y sur, saliente y poniente, y otorgan al color valor de forma.

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